Hasta los atenienses tuvieron que admitir que sus rivales, los espartanos, les sirvieron en la lucha. Cuando los persas invadieron a Grecia, Atenas y Esparta se unieron para luchar contra ellos. En las Termópilas, los soldados espartanos se negaron a rendirse a los invasores. La mayoría de los espartanos murió--pero ninguno se rindió.